CUENTO: "LA ARVERJA QUEJOSA" DE NICOLÁS SCHUFF

LA ARVEJA QUEJOSA

A la arveja nada la conforma. 
De todo se queja, sin parar.
Se queja de su ropa, de su casa y sus vecinos, de lo que hay para almorzar.
No le gusta ser verde, ser redonda y chiquitita.
-Yo quiero ser rosa, alta y sin pancita –suspira. 
-¡Una arveja así sería monstruosa! –le advierte una palta.
-¿Qué decís? Sería hermosa, no esta bolita diminuta a la que nadie presta atención.
-A mí me gustás mucho… –le confiesa un morrón.
-¡Vos sos un conformista! Yo quiero ser artista, salir en iutub, en la televisión.
-¡Cuánta ambición!
-Quiero ser millonaria, ir a niuyork, tener una mansión –dice la arveja-. Nadie sabrá dónde nací. Voy a cambiar mi nombre por Sharon o Alelí.
-¿Y tus hermanas?
-¡Que se arreglen! En este planeta cada cual pelea sola por sus metas.
-Nuestros logros no son individuales -se enoja una batata-. ¡Si serás arvejuda! 
-Muy cierto -acota una mandioca algo peluda-. El mundo lo hacemos entre todas, las verduras grandes, medianas y chiquitas, las gordas, las negras, las verdes, las blanquitas.
Pero la arveja sigue hablando sola:
-Tendré dos aviones y un elefante amaestrado. Sabré hablar inglés, chino y francés…  ¿Hasta cuándo tendré que vivir en esta verdulería? ¡Ay ay ay, qué porquería! 
Y sigue así. 
Sin darse cuenta, mientras se queja y se queja, se vuelve amarga, arrugada, horrible y vieja.
                                               
                                               NICOLÁS SCHUFF.

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