lunes, 31 de agosto de 2020

VÍDEOS PARA TRABAJAR ESI

Maltrato Sutil - Cortometraje Acerca de los Estereotipos de Belleza






ESTEREOTIPOS: ROLES DE GÉNERO








CUENTO :"ELENITA"


Este cuento de Cambell Geeslin trata de una niña que su deseo es ser sopladora, un oficio que generalmente lo realizan hombres, pero su papá no se lo permité ¿Qué hará ella al respecto? Descúbrelo





HAY SECRETOS: CANTICUÉNTOS







LOS SECRETOS DE JULIETA


El cuento de Czarny, Reiman y Urbas, ilustrado por Dedé, para compartirlo con los niños y usarlo en actividades de prevención. "Los secretos de Julieta" está relatado por Malena Aguaisol y nos ayuda a diferenciar secretos buenos de malos. Es una excelente herramienta para usar con niños de nivel inicial y primaria.







CORTOMETRAJE : VESTIDO NUEVO








viernes, 28 de agosto de 2020

CUENTO ESI: " EL NIÑO QUE NO QUERÍA SER AZUL, LA NIÑA QUE NO QUERÍA SER ROSA"

CUENTO PARA TRABAJAR LA PERSPECTIVA DE GÉNERO

A Celestino le regalan aviones azules, duerme en una cama azul y juega al fútbol con pelotas azules. Todo el mundo le dice que es el más azul de todos los niños y que se casará con la más rosa de todas las niñas, ¡como debe ser! Pero ¿y si él no quiere sólo un mundo azul, y la princesa de sus sueños no es rosa?

AUDIOLIBRO:

ODIRA


CUENTO EN PDF


jueves, 27 de agosto de 2020

UN CUENTO SOBRE GROOMING: " CAPERUCITA ROJA EN LA ERA CIBERNÉTICA"

                                                   
Un cuento sobre grooming inspirado en la historia de Caperucita Roja

La historia de Caperucita trasladada a la época actual, en donde el grooming (acoso a menores en las redes) es más común que las amenazas que hace siglos acechaban en los bosques. Esta moderna Caperucita se interna en los peligrosos senderos de los chats públicos, y se encuentra con un señor de malas intenciones apodado Lobo.

“Caperucita Roja en la era cibernética”, 
un cuento sobre grooming



Caperucita estaba jugando tranquilamente con su compu, cuando su mamá le dijo:

-Cape, ya que estás con la compu, fíjate si tu abuela está conectada y pregúntale si necesita que le compremos algo del súper.

Caperucita entró al chat para ver si encontraba a su abuela, pero en cambio apareció un señor llamado Lobo.

-Hola Caperucita, ¿cómo estás? -escribió Lobo.

-Perdón pero no chateo con desconocidos -contestó Caperucita, muy correcta. Pero Lobo ignoró el rechazo y continuó la charla.

-¿Estás buscando a tu abuelita?

-Sí, ¿cómo sabías?

-Lo imaginé -dijo Lobo-. Entra a esta dirección que te voy a pasar, allí encontrarás a tu abuelita.


Cuento sobre grooming - Chat caperucitaIgnorando los peligros de entrar a una dirección desconocida que le pasaron por chat, Caperucita hizo lo que le había dicho el señor Lobo. En esa dirección había una sala de chat llena de links que prometían dinero fácil y otras cosas que Caperucita no entendía ni le interesaban. Lo único que ella quería era encontrar a su Abue, y en esa sala de chat no había nadie, así que se dispuso a cerrar la página. Pero justo cuando estaba por hacerlo, se conectó al chat una persona llamada “Abuelita”.

Aliviada, Caperucita se apresuró a hablarle.

-Hola Abue -escribió.
-Hola Caperucita, ¿cómo estás?
-Bien.
-¿Estás sola en tu casa?
-No, estoy con mamá.
-¿Y tu papá?
-Está en el trabajo.
-¿Y tus hermanos?
-¿Qué hermanos, Abue? Si sabés que no tengo.
-Ay, es verdad, es que a mi edad me olvido de las cosas. ¿Cuál es la dirección de tu casa? Es que también me la olvidé.
-No la sé, pero espera que le pregunto a mami.
-¡No, no! No importa, ya me la acordé. ¿Ahora me dejas verte?



El Lobo invitó a Caperucita a una videoconferencia, pero ella no sabía lo que era.

-¿Para qué es la videoconferencia, Abue?
-Para verte y escucharte mejor.

Caperucita comenzó a ver las imágenes de su supuesta Abue, y aunque no podía verla bien (por que había poca luz), notó que se veía algo rara.

-¿Quieres que mañana te pase a buscar a la salida del colegio? -preguntó la abuelita.
-¡Sí, me encantaría!
-Bueno, dime adónde queda tu colegio y a qué hora sales.


Caperucita se puso tan contenta de que su abuela la fuera a buscar al colegio, que tuvo que ir a contarle enseguida a su mamá.

-¿La abuela te irá a buscar? ¡Pero si no tiene auto! Espera que le voy a preguntar mejor.

Al acercarse a la compu, la mamá se dio cuenta enseguida de que la persona con la que chateaba Caperucita no era la abuela. Asustada, llamó a la policía. Por suerte los policías supieron tranquilizarla y darle instrucciones precisas para engañar al lobo y atraparlo.


La mamá le explicó a Caperucita que no estaba chateando con su abuela sino con un impostor, y le explicó exactamente qué debía hacer para atraparlo. Caperucita siguió chateando como si nada, y le dio al lobo una dirección falsa de su colegio.

Al día siguiente, el lobo fue a la dirección que le había dado Caperucita, pensando que la iba a encontrar a la salida del colegio, pero en cambio se encontró con unos policías que lo atraparon y lo metieron en la cárcel.

El domingo siguiente, Caperucita y su mamá le contaron a la abuela la aventura que habían pasado.


Caperucita aprendió que no debía hacer nada que un desconocido le dijera por chat o por mail, e inventó una clave de preguntas y respuestas para chatear con su abuela sin riesgos de que algún impostor quisiera engañarlas.
                                                 
                                                             Escrito por Gustavo du Mortier.


    Antes que nada, ¿qué es el grooming?



El grooming es el acoso virtual a niños a través de Internet por parte de adultos que buscan hacer amistad con los menores para abusar de ellos. Generalmente el adulto acosador se hace pasar por joven para ganarse la amistad de la posible víctima.

“Caperucita Roja en la era cibernética” es un cuento sobre grooming con el que trasladamos la clásica historia de Caperucita a la era actual, para poder mostrarles a los niños el típico accionar de los abusadores en las redes.

Para charlar con los chicos acerca del grooming

¿Cómo se le explica a los chicos que en Internet hay personas dispuestas a abusar de su inocencia? En mi condición de padre, lo que hago es decirles a mis hijos que cuando navegan por Internet es como si salieran de casa: corren el riesgo de encontrar gente tan mala como los ladrones, entonces no deben ir solos. Siempre que naveguen, deben tener a mamá o a papá cerca, y dejarles ver qué páginas visitan, qué mensajes reciben por correo, con quiénes chatean, qué archivos descargan, etc.

Es cómodo dejar que la computadora o el celular entretenga a los niños mientras los padres descansamos. Pero seamos conscientes del peligro que corren. Nosotros también debemos entender que cuando están conectados a las redes, están tan expuestos como si estuvieran solos en la calle. El grooming es un peligro muy real y debemos estar preparados para evitarlo.


Las herramientas de control paterno, como las que ofrece Windows, no resultan muy útiles, ya que tienden a ser demasiado restrictivas y terminan siendo contraproducentes. Lo que debemos hacer los padres es involucrarnos: interesarnos en lo que nuestros hijos hacen en Internet, opinar, aconsejarles, intervenir, y también aprender.








                                             

miércoles, 26 de agosto de 2020

UN CUENTO PARA TRABAJAR BULLYING Y AUTOESTIMA: "OREJAS DE MARIPOSA"

"OREJAS DE MARIPOSA" DE LUISA AGUILAR




   MARA TIENE OREJAS GRANDES Y POR ESO ES OBJETO DE BURLA  POR PARTE DE SUS COMPAÑEROS. TRISTE Y APENADA , LE PREGUNTA A SU MAMÁ SI ELLA TAMBIÉN CREE QUE SUS OREJAS SON GRANDES. Y LA MADRE LE CONTESTA QUE NO, QUE SUS OREJAS SON DE MARIPOSA Y SIRVEN PARA PINTAR DE COLORES LAS COSAS FEAS... 
  TE INVITO A ESCUCHAR ESTE CUENTO PARA REFLEXIONAR SOBRE LA IMPORTANCIA DE QUERER A LAS PERSONAS POR SU INTERIOR NO POR SU ASPECTO FÍSICO...


AUDIOCUENTO:




CANCIÓN CUENTO







LIBRO

martes, 25 de agosto de 2020

ESI :" REY Y REY" RESPETO POR LA DIVERSIDAD SEXUAL

“Rey y Rey” de Linda de Haan y Stern Nijland.

Érase una vez una anciana Reina, un joven Príncipe heredero y una gata con corona que vivían en lo alto de una montaña.

La anciana dama ya llevaba muchos años reinando y estaba harta y muy cansada.

Un día decidió que antes del verano el Príncipe debería de casarse y ocupar el trono.

– ¡Despierta! – le gritó la Reina – Tú y yo tenemos que hablar ¡No puedo más! ¡Tienes que casarte y punto!

El Príncipe apartó el desayuno. Se le acabaron las ganas de comer porque la Reina hablaba…y hablaba…y hablaba sin parar.

– No sé qué te pasa. ¡Todos los príncipes se han casado menos tú!  A tu edad yo ya me había casado dos veces.

La Reina siguió hablando hasta la noche y el Príncipe, completamente mareado, por fin cedió.

– Está bien, madre, me casaré. Pero no conozco a ninguna princesa que me guste.

– ¡Por tu futura felicidad!

Aquella noche la Reina buscó su listín de princesas y no hubo castillo, ni Alcázar, ni palacio al que no llamara.

A la mañana siguiente, se presentó la primera princesa.

La Princesa Aria de Austria interpretó una estridente ópera en honor al Príncipe.

Pero antes de que terminara ya la habían echado.

La princesa Delly llegó desde Texas haciendo malabarismos y magia (la única que se divertía fue la gata) pero la Reina y el Príncipe se aburrían.

La siguiente fue una sonriente princesa que llegó desde Groenlandia pero no le impresionó a nadie, salvo al paje del Príncipe que se enamoró perdidamente de ella.

– ¡Vaya! Con esos brazos tan largos seguro que puede saludar a todo el pueblo – dijo el Príncipe. Pero la Princesa Rahjmaputínn, de Bombay, empleó sus largas piernas para salir corriendo del palacio.

La reina y el Príncipe se miraron con tristeza. Ninguna de las princesas les había gustado.

– ¡Un momento! – dijo el paje – todavía queda una princesa. ¡Tachín, tachín! Les presento a la Princesa Magdalena y su hermano, el Príncipe Azul.

De pronto el Príncipe quedó sin respiración y su corazón empezó a latir.

Fue un flechazo.

– ¡Qué príncipe tan guapo!

– ¡Qué príncipe tan guapo!

Fue una boda muy especial. La Reina lloraba sin parar.

Desde ese entonces los príncipes viven juntos como Rey y Rey. Y la Reina por fin puede descansar.

Y vivieron felices y comieron perdices.

“Rey y rey” es un cuento de las escritoras e ilustradoras holandesas Linda de Haan y Stern Nijland, publicado por en el año 2000. Fue publicado por la Editorial Serres en español y en 2018 por Calibroscopio, con su propia reedición, en Argentina.


AUDIO:


lunes, 24 de agosto de 2020

ESI: UN CUENTO PARA TRABAJAR EL RESPETO POR LA DIVERSIDAD

“Los tres astronautas”, de Umberto Eco




Era una vez la Tierra.

Era una vez Marte.
Estaban muy lejos el uno de la otra, en medio del cielo, y alrededor había millones de planetas y de galaxias.
Los hombres que estaban sobre la Tierra querían llegar a Marte y a los otros planetas; ¡pero estaban tan lejos!
Sin embargo, trataron de conseguirlo. Primero lanzaron satélites que giraban alrededor de la Tierra durante dos días y volvían a bajar.
Después, lanzaron cohetes que daban algunas vueltas alrededor de la Tierra, pero, en vez de volver a bajar, al final escapaban de la atracción terrestre y partían hacia el espacio infinito.

Al principio, pusieron perros en los cohetes: pero los perros no sabían hablar y por la radio del cohete transmitían solo “guau, guau”. Y los hombres no entendían qué habían visto y adónde habían llegado.
Por fin, encontraron hombres valientes que quisieron trabajar de astronautas.
El astronauta se llama así porque parte a explorar los . que están en el espacio infinito, con los planetas, las galaxias y todo lo que hay alrededor.
Los astronautas partían sin saber si podían regresar. Querían conquistar las estrellas, de modo que un día todos pudieran viajar de un planeta a otro, porque la Tierra se había vuelto demasiado chica y los hombres eran cada día más.

Una linda mañana, partieron de la Tierra, de tres lugares distintos, tres cohetes.
En el primero iba un estadounidense que silbaba muy contento una canción de jazz.
En el segundo iba un ruso, que cantaba con voz profunda “Volga, Volga”.
En el tercero iba un negro que sonreía feliz con dientes muy blancos sobre la cara negra.

En esa época los habitantes de África, libres por fin, habían probado que como los blancos podían construir, casas, máquinas y, naturalmente, astronaves.
Cada uno de los tres deseaba ser el primero en llegar a Marte: El norteamericano, en realidad, no quería al ruso y el ruso al norteamericano, porque el norteamericano para decir “buenos días” decía How do you do y el ruso decía zdravchmite.
Así, no se entendían y creían que eran diferentes.
Además, ninguno de los dos quería al negro porque tenía un color distinto.

Por eso no se entendían.


Como los tres eran muy valientes, llegaron a Marte casi al mismo tiempo. Descendieron de sus astronaves con el casco y el traje espacial. Y se encontraron con un paisaje maravilloso y extraño: El terreno estaba surcado por largos canales llenos de agua de color verde esmeralda. Había árboles azules y pajaritos nunca vistos, con plumas de rarísimo color.



En el horizonte se veían montañas rojas que despedían misteriosos fulgores.

Los astronautas miraban el paisaje, se miraban entre sí y se mantenían separados, desconfiando el uno del otro.

Cuando llegó la noche se hizo un extraño silencio alrededor. La Tierra brillaba en el cielo como si fuera una estrella lejana.

Los astronautas se sentían tristes y perdidos, y el norteamericano, en medio de la oscuridad, llamó a su mamá.

Dijo: “Mamie”.

Y el ruso dijo: “Mama”

Y el negro dijo: “Mbamba”

Pero enseguida entendieron que estaban diciendo lo mismo y que tenían los mismos sentimientos. Entonces se sonrieron, se acercaron, encendieron juntos una linda fogatita, y cada uno cantó las canciones de su país. Con esto recobraron el coraje y, esperando la mañana, aprendieron a conocerse.

Por fin llegó la mañana y hacía mucho frío. De repente, de un bosquecito salió un marciano. ¡Era realmente horrible verlo! Todo verde, tenía dos antenas en lugar de orejas, una trompa y seis brazos.

Los miró y dijo: “grrrrr”.

En su idioma quería decir: “¡Madre mía!, ¿Quiénes son estos seres tan horribles?”.

Pero los terráqueos no lo entendieron y creyeron que ése era un grito de guerra.

Era tan distinto a ellos que no podían entenderlo y amarlo.

Enseguida se pusieron de acuerdo y se declararon contra él.

Frente a ese monstruo sus pequeñas diferencias desaparecían. ¿Qué importaba que uno tuviera la piel negra y los otros la tuvieran blanca?

Entendieron que los tres eran seres humanos.

El otro no. Era demasiado feo y los terráqueos pensaban que era tan feo que debía ser malo.

Por eso decidieron matarlo con sus desintegradores atómicos.

Pero de repente, en el gran hielo de la mañana, un pajarito marciano, que evidentemente se había escapado del nido, cayó al suelo temblando de frío y de miedo.

Piaba desesperado, más o menos como un pájaro terráqueo. Daba mucha pena. El norteamericano, el ruso y el negro lo miraron y no supieron contener una lágrima de compasión.

Y en ese momento ocurrió un hecho que no esperaban. También el marciano se acercó al pajarito, lo miró, y dejó escapar dos columnas de humo de su trompa. Y los terráqueos, entonces; comprendieron que el marciano estaba llorando. A su modo, como lo hacen los marcianos.

Luego vieron que se inclinaba sobre el pajarito y lo levantaba entre sus seis brazos tratando de darle calor.

El negro que en sus tiempos había sido perseguido por su piel negra sabía cómo eran las cosas. Se volvió hacia sus dos amigos terráqueos:

-¿Entendieron? –dijo-. ¡Creíamos que este monstruo era diferente a nosotros y, en cambio, también él ama los animales, sabe conmoverse, tiene corazón y, sin duda, cerebro también! ¿Todavía creen que tenemos que matarlo?

Se sintieron avergonzados ante esa pregunta.

Los terráqueos ya habían entendido la lección: no es suficiente que dos criaturas sean diferentes para que deban ser enemigas.

Por eso se aproximaron al marciano y le tendieron la mano.
Y él, que tenía seis manos, estrechó de una sola vez las de ellos tres, mientras con las que tenía libres hacía gestos de saludo.
Y señalando con el dedo la Tierra, ahí abajo en el cielo, hizo entender que quería hacer conocer a los demás habitantes y estudiar junto a ellos la forma de fundar una gran república espacial en la que todos estuvieran de acuerdo y se quisieran.

Los terráqueos dijeron que sí muy contentos.

Y para festejar el acontecimiento le ofrecieron un cigarrillo. El marciano muy feliz se lo metió en la nariz y empezó a fumar. Pero ya los terráqueos no se escandalizaban más.

Habían entendido que en la Tierra como en los otros planetas, cada uno tiene sus propias costumbres y que sólo es cuestión de comprenderse entre todos.”


AUDIOLIBRO PARA ESCUCHAR:






viernes, 21 de agosto de 2020

SEMANA DE ESI / CUENTOS: CUARTA PARTE.


 ¡ESTELA, GRITA MUY FUERTE!

¡Estela, grita muy fuerte!, un cuento para luchar contra los abusos sexuales a niños


AUDIO:





CUENTO:




CUENTO: "HADA DESENCANTADA BUSCA A PRÍNCIPE ENCANTADOR."

Esta es la historia de Esmerejilda, un hada muy diferente a todas las hadas, pero muy parecida a todas las chicas que buscan un príncipe encantador. ´En este cuento algunas cosas no funcionan nada bien. Por ejemplo, las brujas eran bellas y buenas pero las hadas, un verdadero mamarracho. ¡Pobre la mamá de Esmerejilda! Había soñado tanto con tener una niña preciosa, dulce, generosa... ¡bah!... un hada como Dios manda y vino a nacer justo en este cuento donde todo es como no es.´


AUDIO:





CUENTO:


jueves, 20 de agosto de 2020

SEMANA DE ESI / CUENTOS: TERCERA PARTE.


 EL PRINCÍPE CENICIENTO: 

CUENTO LEÍDO Y GRABADO POR LA SEÑO SUSANA CORES DE 4°

Temática: Una propuesta divertida para trabajar con los más pequeños los conceptos de igualdad, género, coeducación y corresponsabilidad doméstica.


AUDIOLIBRO:




El Príncipe Ceniciento. Autora: Babette Cole.


El príncipe Ceniciento no parecía un príncipe, porque era bajito, pecoso, sucio y delgado.
Tenía tres hermanos grandullones peludos que siempre se burlaban de él.
Estaban siempre en la Disco Palacio con unas princesas que eran sus novias.
Y el pobre Príncipe Ceniciento siempre en casa, limpia que te limpia lo que ellos ensuciaban.
¡Si pudiera ser fuerte y peludo como mis hermanos! – pensaba junto al fuego, cansado de trabajar.
El sábado por la noche, mientras lavaba calcetines, un hada cochambrosa cayó por la chimenea.
-Se cumplirán todos tus deseos- dijo el hada Zis Zis Bum, Bic, Bac Boche, esta lata vacía será un coche -¡ Bif, baf bom, bo bo bas, a la discoteca irás!
-¡ Esto no marcha! – dijo el hada.
-¡Dedo de rata y ojo de tritón salvaje, que tus harapos se conviertan en un traje!
-(¡Caramba!)- pensó el hada-, ¡no me refería a un traje de baño!
– Ahora cumpliré tu deseo más importante. ¡Serás fuerte y peludo a tope!
¡Y vaya si era un Ceniciento grande y peludo!
-¡jolines! – dijo el hada-. Ha vuelto a fallar, pero estoy segura de que a medianoche se romperá el hechizo.
Poco se imaginaba el Príncipe Ceniciento que era un mono grande y peludo por culpa de aquel error. ¡Él se veía tan guapo!
Y corriendo a la discoteca. El coche era muy pequeño, pero supo sacarle provecho.
Pero al llegar a aquella disco de príncipes, ¡era tan grande que no pasaba por la puerta!
Y decidió volver a casa en autobús. En la parada había una princesa muy guapa.
– ¿A qué hora pasa el autobús? – gruñó
Por suerte, dieron las doce y el Príncipe Ceniciento volvió a ser como antes.
-¡Espera!- gritó ella, pero el Príncipe Ceniciento era tan tímido que ya había echado a correr. ¡Hasta perdió los pantalones!
La princesa creyó que la había salvado ahuyentando a aquel mono peludo.
Aquella Princesa resultó ser la rica y hermosa Princesa Lindapasta.
Dictó un bando para encontrar al propietario de los pantalones:
“La princesa Lindapasta decreta que se casará con quien pueda ponerse los pantalones perdidos por el príncipe que le evitó ser devorada por el Gran Mono Peludo. Hoy comenzarán las pruebas.”
Príncipes de lejanas tierras intentaron ponérselos.
Pero los pantalones se retorcían y nadie lo conseguía.
Como era de esperar, los hermanos del Príncipe Ceniciento se peleaban por probárselos.
-Que se los pruebe él, -ordenó la princesa, señalando al Príncipe Ceniciento.
– Este mequetrefe no podrá ponérselos- se burlaron sus hermanos.
…¡pero lo consiguió! La Princesa Lindapasta se le declaró al punto.
El Príncipe Ceniciento se casó con la Princesa Lindapasta y fueron ricos y felices por siempre jamás.
La Princesa Lindapasta habló con el hada de los tres peludos…
… y ésta los convirtió en hadas domésticas. Y en adelante, les tocó hacer las labores de la casa, por siempre jamás.


CUENTO EN PDF:







CUENTO: "ELOÍSA Y LOS BICHOS"


Eloísa y los bichos es un emotivo relato que nos invita a reflexionar sobre nuestra condición de extranjero o emigrante en una ciudad o país diferente al nuestro, al cual al principio nos cuesta amoldarnos: a sus nuevas costumbres, a sus nuevos lenguajes, a nuevas historias tan diferentes, a las vivencias y personas ...

AUDIOLIBRO:







CUENTO:


miércoles, 19 de agosto de 2020

SEMANA DE ESI / CUENTOS: SEGUNDA PARTE.

TEMA: EMOCIONES

CUENTO:  EL MONSTRUO DE COLORES 

AUDIO:






CUENTO:







CUENTO : ¿DE QUÉ COLOR ES UN BESO?


AUDIO:




CUENTO:


SEMANA DE ESI / CUENTOS: PRIMERA PARTE.


 ARTURO Y CLEMENTINA UN CUENTO PARA HABLAR DE IGUALDAD

Este cuento pretende poner en valor el rol femenino en la sociedad, erradicar los estereotipos sexistas y la discriminación, para cambiar mentalidades y construir un mundo mejor.



AUDIO:



ARTURO Y CLEMENTINA
Texto: Adela Turín.


  Un hermoso día de primavera, Arturo y Clementina, dos jóvenes y hermosas tortugas, se conocieron al borde de un estanque. Y aquella misma tarde descubrieron que estaban enamorados.
 Clementina, alegre y despreocupada, hacía muchos proyectos para su vida futura mientras paseaban los dos a orillas del estanque y pescaban alguna cosita para la cena.
Clementina decía: Ya verás qué felices seremos. Viajaremos y descubriremos otros lagos y otras tortugas diferentes, y encontraremos otra clase de peces, y otras plantas y flores en la orilla... ¡Será una vida estupenda! Iremos incluso al extranjero. ¿Sabes una cosa? Siempre he querido visitar Venecia.
Y Arturo sonreía y decía vagamente que sí.



  Pero los días transcurrieron iguales al borde del estanque. Arturo había decidido pescar él solo para los dos, y así Clementina podría descansar. Llegaba a la hora de comer, con renacuajos y caracoles, y le preguntaba a Clementina: ¿Cómo estás, cariño? ¿Lo has pasado bien?

 Y Clementina suspiraba: ¡Me he aburrido mucho! ¡Todo el día esperándote!

¡ABURRIDO! -gritaba Arturo indignado. ¿Dices que te has aburrido? Busca algo que hacer. El mundo esta lleno de ocupaciones interesantes. ¡Sólo se aburren los tontos!
A Clementina le daba mucha vergüenza ser tonta, y hubiera querido no aburrirse tanto, pero no podía evitarlo.
 Un día, cuando volvió Arturo, Clementina le dijo: Me gustaría tener una flauta. Aprendería a tocarla, inventaría canciones, y eso me entretendría.
 Pero a Arturo esa idea le pareció absurda: ¡TÚ! ¿Tocar la flauta, tú? ¡Si ni siquiera distingues las notas! Eres incapaz de aprender. No tienes oído.
 Y aquella misma noche, Arturo llegó con un hermoso tocadiscos, y lo ató bien a la casa de Clementina, mientras le decía: Así no lo perderás. ¡Eres tan distraída!


 Clementina le dio las gracias. Pero aquella noche, antes de dormirse, estuvo pensando por qué tenía que llevar a cuestas aquel tocadiscos tan pesado en lugar de una flauta liviana, y si era verdad que no hubiera llegado a aprender las notas y que era distraída.
 Pero después, avergonzada, decidió que tenía que ser así, puesto que Arturo, tan inteligente, lo decía. Suspiró resignada y se durmió.
 Durante unos días, Clementina escuchó el tocadiscos. Después se cansó. Era de todos modos un objeto bonito, y Clementina se entretuvo limpiándolo y sacándole brillo. Pero al poco tiempo volvió a aburrirse. Y un atardecer, mientras contemplaban las estrellas, a orillas del estanque silencioso, Clementina dijo: Sabes, Arturo, algunas veces veo unas flores tan bonitas y de colores tan extraños, que me dan ganas de llorar. Me gustaría tener una caja de acuarelas y poder pintarlas.
 ¡Qué idea ridícula! ¿Es que te crees una artista? ¡Qué bobada! Y reía, reía, reía.
Clementina pensó: Vaya, ya he vuelto a decir una tontería. Tendré que andar con mucho cuidado o Arturo va a cansarse de tener una mujer tan boba. Y se esforzó en hablar lo menos posible.
 Arturo se dio cuenta enseguida y afirmó: Tengo una compañera aburrida de veras. No habla nunca y, cuando habla, no dice más que disparates.
 Pero debió sentirse un poco culpable y, a los pocos días, se presentó con un paquetón. Mira, he encontrado a un amigo mío pintor y le he comprado un cuadro para ti. Estarás contenta, ¿no? Decías que el arte te interesa. Pues ahí lo tienes. Átatelo bien porque, con lo distraída que tú eres, ya veo que acabarás por perderlo.
 La carga de Clementina aumentaba poco a poco. Un día se añadió un florero de Murano: ¿No decías que te gustaba Venecia? Tuyo es. Átalo bien para que no se te caiga, ¡eres tan descuidada!
 Otro día llegó una colección de pipas austríacas dentro de una vitrina.
Después una enciclopedia, que hacía suspirar a Clementina. ¡Si por lo menos supiera leer!- pensaba.
Llegó el momento en que fue necesario añadir un segundo piso a la casa de Clementina.
 Clementina, con la casa de dos pisos a sus espaldas, ya no podía ni moverse. Arturo le llevaba la comida y esto lo hacía sentirse importante: ¿Qué harías tú sin mí? ¡Claro! -suspiraba Clementina-. ¿Qué haría yo sin ti?



 Poco a poco, la casa de dos pisos quedó también completamente llena. Pero ya tenían la solución: tres pisos más se añadieron ahora a la casa de Clementina.

 Hacía mucho tiempo que la casa de Clementina se había convertido en un rascacielos, cuando una mañana de primavera decidió que aquella vida no podía seguir por más tiempo.






 Salió sigilosamente de su casa y dio un paseo: fue muy hermoso, pero muy corto. Arturo volvía a casa para el almuerzo, y debía encontrarla esperándole. Como siempre.
 Pero poco a poco el paseíto se convirtió en una costumbre y Clementina se sentía cada vez más satisfecha de su nueva vida. Arturo no sabía nada, pero sospechaba que ocurría algo: ¿De que demonios te ríes? Pareces tonta -le decía.
 Pero Clementina, esta vez, no se preocupó en absoluto. Ahora salía de casa en cuanto Arturo le daba la espalda. Y Arturo la encontraba cada vez más extraña, y encontraba la casa cada vez más desordenada, pero Clementina empezaba a ser verdaderamente feliz y los retos de Arturo ya no le importaban.
 Y un día Arturo encontró la casa vacía.


 Se enfadó muchísimo, no entendió nada y, años más tarde, seguía contándole a sus amigos: Realmente era una desagradecida esa tal Clementina. No le faltaba nada. ¡Veinticinco pisos tenía su casa, y todos llenos de tesoros!
 Las tortugas viven muchísimos años, y es posible que Clementina siga viajando feliz por el mundo. Es posible que toque la flauta y haga hermosas acuarelas de plantas y flores.
 Si encuentras una tortuga sin casa, intenta llamarla: ¡Clementina, Clementina!Y si te contesta, seguro que es ella.




 CUENTO EN PDF:






CUENTO: ¿ HAY ALGO MÁS ABURRIDO QUE SER UNA PRINCESA ROSA?



AUDIO:







Carlota era una princesa rosa; con su vestido rosa, su armario lleno de ropa rosa y una habitación con cama, con sábanas y almohadas rosas. Pero Carlota estaba harta del rosa y de ser una princesa.

¿Había algo más aburrido en el mundo que ser una princesa rosa?


Las princesas son tan cursis que solo con un pequeño guisante escondido debajo de cien colchones pierden el sueño. Carlota, sin embargo, podía dormir como una marmota incluso sobre un elefante.

Una vez conoció a una princesa que se pasaba el día besando sapos del estanque para ver si alguno se convertía en el príncipe azul. Pero Carlota no quería un príncipe azul.

¿Por qué no había princesas que surcaran los mares en busca de aventuras? ¿O princesas que rescatarán a los príncipes de las garras de un lobo feroz?

¿O princesas astrónomas que pusieran nombres a todas las estrellas del universo? ¿O princesas cocineras que hicieran tartas de chocolate y galletas con mermelada?

Carlota era una niña que soñaba con cazar dragones, buscar tesoros, amaestrar mariposas, desenredar enredos, fabricar aviones de papel, nadar a lomos de un delfín, perseguir palomas mensajeras y conocer los confines de la Tierra viajando en un gigantesco globo volador.

Pero su madre era una reina rosa, con sus vestidos rosas, su armario lleno de ropa rosa y una habitación con cama, con sábanas y almohada rosas. Como tooooodas las reinas.

Y su padre era un rey azul; con su traje azul, su trabajo azul y su vida azul. Como toooodos los reyes.

-¿Por qué estás tan seria Carlota?- Le preguntó su madre una mañana.

-Mamá, ya no quiero ser una princesa rosa. Yo quiero viajar, jugar, correr y brincar. Y quiero vestir de rojo, de verde o de violeta…

-Hija mía- le dijo la reina- , las princesas son muy delicadas y no pueden salir del palacio porque se pondrían enfermas, no pueden correr ni brincar porque se estropearían sus bonitos vestidos de seda. Y no pueden vestir de verde ni de azul porque esos colores no les sientan bien. “Las princesas son como rosas, flores frágiles cuyos pétalos no resistirían ni un soplo de viento”.

-Pero mamá, yo no soy una flor. Soy una niña.

La reina se quedó pensativa y luego respondió:

-Pues es verdad.

Entonces decidieron ir a hablar con el rey.

-Papá, dijo Carlota, yo no quiero ser una princesa rosa. Yo quiero viajar, jugar, correr y brincar, y quiero vestir de rojo, de verde o de violeta…


-Hija mía – le dijo el rey- . las princesas son como las rosas, flores muy frágiles cuyos pétalos no resistirían ni un soplo de viento.

-Pero papá, yo no soy una flor. Soy una niña.

El rey quedó pensativo y luego le respondió:

-Pues es verdad.

Entonces decidieron ir a hablar con el hada madrina.

-Hada- dijo Carlota-, yo no quiero ser una princesa rosa. Yo quiero viajar, jugar, correr y brincar y quiero vestir de rojo, de verde o de violeta…

-Carlota- le dijo el hada-, las princesas son como rosas, flores cuyos pétalos no resistirían ni un soplo de viento.

Pero Hada, yo no soy una flor. Soy una niña.

El Hada se quedó muy pensativa y luego respondió:

-Pues es verdad.

Así es que el rey llamó a todos sus consejeros y Carlota les habló.

-Consejeros reales, yo no quiero ser una princesa rosa. Yo quiero viajar, jugar, correr y brincar y quiero vestir de rojo, de verde o de violeta…

-Carlota- le dijeron los consejeros-, las princesas son como rosas, flores cuyos pétalos no resistirían ni un soplo de viento.

Pero, yo no soy una flor. Soy una niña.

Ooooooh! – dijeron los consejeros -, pues es verdad.

Entonces decidieron convocar en palacio a todos los reyes, reinas, príncipes azules, hadas madrinas y consejeros del mundo. Y todas las princesas unidas dijeron:

-Nosotras no queremos ser princesas. Queremos viajar, jugar, correr y brincar y vestir de rojo, de verde y de violeta. Y no somos flores ¡SOMOS NIÑAS!


Nadie supo qué responder, hasta que habló la más anciana y sabia de todas las hadas madrinas allí reunidas.
-Es verdad; las princesas no son flores y a partir de ahora mismo podrán ser lo que quieran ser.
Todos aplaudieron, excepto un príncipe azul, que con el gesto muy serio, preguntó:
-¿Y ahora qué hacemos los príncipes azules?
La anciana se quedó pensativa antes de responder:
-Vosotros podréis vestir de rosa.
Así, una tras otra, las princesas dejaron de ser princesas y comenzaron a viajar, a jugar, a correr y a brincar y, por supuesto, olvidaron los vestidos rosas y se vistieron de rojo, de verde y de todos los colores del arco iris.


Y ahora, dime:
¿Por qué todas las niñas quieren ser princesas?


Cuento e ilustraciones de Raquel Díaz R.




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