martes, 24 de noviembre de 2020

CUENTO: "LA JAULA" DE JAVIER VILLAFAÑE

 La jaula




Nació con cara de pájaro. Tenía ojos de pájaro, nariz de pájaro. la madre, cuando salió del hospital, la envolvió en una manta y le cubrió el rostro.
- ¿Nena? –le preguntaban las vecinas.
- Sí, nena –respondía la madre.
Y mostraba a la recién nacida envuelta en una manta desde la cabeza hasta las rodillas. Sólo se veían las piernas y unos escarpines color rosa.
- Que Dios se la guarde, señora.
- Gracias.
Cuando la niña fue a la escuela, las compañeras la llamaron La garza. Una vez, en un recreo, le dijeron:
- Volá.
Y ella lloró.
Nació con cara de pájaro. Tenía ojos de pájaro, nariz de pájaro. La madre, cuando salió del hospital, lo envolvió en una manta y le cubrió el rostro.
- Que Dios se lo guarde, señora.
- Gracias.
Cuando el niño fue a la escuela, los compañeros lo llamaron El cuervo. Una vez, en un recreo, le dijeron:
- Volá.
El apretó los puños y lloró.
Ni ella ni él volvieron a mirarse en un espejo. Se miraban en la pared cuando tenían que peinarse.
Ella no salía de su casa. Le ayudaba a coser a su madre.
El no salía de su casa. Le ayudaba a hacer el pan a su padre.
Una vez, ella fue a un baile de Carnaval disfrazada de Colombina. Llevaba zapatos de raso y una antifaz blanco. El fue al mismo baile disfrazado de Pierrot. Llevaba zapatos de charol y un antifaz negro.
Pierrot bailó con Colombina. Colombina sintió la mano de Pierrot que le acariciaba el cuello. Pierrot sintió la mano de Colombina que le apretaba la mano. Colombina y Pierrot salieron del baile tomados del brazo. Una pared los detuvo. Ninguno de los dos se animaba a quitarse el antifaz. Oían la música de la orquesta. Se acariciaban las manos. Ella fue más valiente; se sacó el antifaz y dijo:
- Esta es mi cara.
Él se sacó el antifaz y dijo:
- Esta es mi cara.
Se quedaron mirándose un largo rato y se besaron. Volvieron a ponerse el antifaz y siguieron bailando.
Un mes después se casaron. Nueve meses después tuvieron un hijo.
El llegó a la casa con una jaula.
- ¿Qué es eso? –Preguntó ella.
- La cuna –respondió él.
Ella entró en la jaula con el hijo en brazos. Después entró él y cerró la puerta. Los tres se quedaron en la jaula, y fueron muy felices. Cantaban y se abrazaban con las alas.




Javier Villafañe
Nació en Buenos Aires el 24 de junio de 1909. Fue poeta, escritor y, desde muy pequeño, titiritero. Con su carreta La Andariega viajó por Argentina y varios países americanos realizando funciones de títeres. En 1967, su libro Don Juan el Zorro es objetado y retirado de circulación por la dictadura militar imperante en Argentina.
Villafañe decidió entonces abandonar el país y radicarse en Venezuela donde, trabajando para la Universidad de Los Andes, fundó un Taller de Títeres para formar artistas de esa disciplina.
En 1978, con el auspicio del gobierno venezolano, repitió su experiencia trashumante en el Viejo Continente: con un teatro ambulante recorrió el camino de Don Quijote a través de La Mancha, en España.
En 1984 retornó a la Argentina. Fue autor, entre muchos otros libros, de Los sueños del sapo (Hachette), Historias de pájaros (Emecé), Circulen, caballeros, circulen (Hachette), Cuentos y títeres (Colihue), El caballo celoso (Espasa-Calpe), El hombre que quería adivinarle la edad al diablo (Sudamericana), El Gallo Pinto (Hachette) y Maese Trotamundos por el camino de Don Quijote (Seix Barral).

jueves, 19 de noviembre de 2020

CUENTO: " VERDE QUE TE QUIERO VERDE" DE LAURA DEVETACH



Aquella mañana salió un sol color melón que sacó al hombrecito de la cama tibia.


Se desperezó y dejó escapar, pájaro a pájaro, una bandada de bostezos. Luego corrió a poner la pava roja al fuego.


La pava silbó y se despertó el pájaro que se sacudió y se acercó a beber a la pileta de la cocina.


La pajarita picoteaba migas en la mesa y los pichones se bañaban en tres tacitas para café.


Después se pusieron a silbar como todas las mañanas.


Silbidos enrulados, silbidos color agua fresca y color veleta movida por el viento.


El hombrecito los escuchaba atentamente porque algo raro había en el silbido de los pájaros. Algo parecido a la inquietud.


El día era una sola luz y la casita estaba como recién nacida. Entonces el hombrecito no dio más de ganas de tomar mate, mientras trataba de descifrar qué pasaba con el canto de los pájaros.


Se fue a buscar el mate y ahí vino el lío: no había ni pizca de verde, verde yerba. El mate estaba allí, bocón y solo, tristón y redondo, vacío, con la bombilla desmayada a su lado, porque no había yerba, porque la yerba se había ido con todas las cosas verdes. Nada verde había quedado en los alrededores de la casa.


Ni el canto de los pájaros tenía una pizca de verde.


Al asomarse a la ventana el hombrecito no vio su limonero verde, que de pronto se encendía de limones verdes y le alegraba el día verde durante los tiempos verdes.


Y el hombrecito dio vueltas y vueltas por la casa. Entraba y salía seguido por los pájaros. Hasta que dijo de pronto:


—¡Ah no! –porque se acordó del árbol verde de navidad y de las uvas verdes y de los verdes bichos de luz y del picaflor con chispazos verdes.


Pero sobre todo, del verde, verde, sabor del mate. Y de las hojas del limonero.


—¡Ah no! –dijo.


Ya eran demasiadas cosas que se habían ido por verdes.


Se habían ido las langostas y las lagartijas y los caramelos de menta y las ranas del charco y los zapallitos para hacer rellenos y, y, y.


El hombrecito estaba triste, con una tristeza negra.


Los pájaros, un poco marchitos, trataban de alegrarlo haciéndole piojito con el pico. Ellos también se habían quedado sin el limonero y sin azahares y sin abejas de panzas rayadas que vinieran a zumbar bajo el sol.


La casa era un destello. Pero el hombrecito y los pájaros la estaban viendo un poco gris.



                                                               FIN


El hombrecito verde y su pájaro

Laura Devetach

Myriam Holgado (Ilustrador)

Colección: Pajarito Empilchado

Editorial: Ediciones Colihue

Año de edición: 1987

martes, 17 de noviembre de 2020

CUENTO: " HUEVO" DE GRACIELA MONTES

 



Esta historia empieza con un huevo. Eso no sería tan raro, porque, en realidad, la mayor parte de las historias empiezan con un huevo. Lo raro de esta historia es que también termina con un huevo; eso la convierte en una historia peligrosa.


El primer huevo, el huevo del principio, es el huevo de un Tragapantavoracissimus, más conocido como monstruo tragón. De modo que esta historia empieza con un huevo lisito y brillante, entre rosado y violáceo, de cáscara casi transparente y de medida estándar: dieciocho metros de alto y catorce de ancho, o bien catorce de alto y dieciocho de ancho (convengamos que no es fácil medir un huevo).


Hasta aquí, nada raro. Hasta aquí, todo normal.


El Tragapanta rompió el cascarón con su diente único y poderoso y nació (o algo así, con los tragapanta nunca se sabe).


Corrían tiempos difíciles para los monstruos tragones. Me refiero a que no era fácil conseguir comida, y menos que menos comida sana, nutritiva, buena de digerir.


Los plesiosaurios, por ejemplo, que abundaban —y mucho— por ese entonces, nunca les cayeron del todo bien a los tragones. Bastaba que se comiesen un plesiosaurio en ayunas para que se pasasen regurgitando todo el santo día.


Tampoco les resultaban demasiado codiciables los tiranosaurios: las escamas de la nuca y sobre todo la cresta dentada les raspaban dolorosamente la garganta.


Las piedras que arrojaban día y noche los volcanes, aunque sabrosas, no les significaban más que un aperitivo, y cada vez era más difícil cazar al vuelo algún que otro globital, esos bellos pájaros de escamas brillantes y carnes tiernas que anidan en las nubes del atardecer. En fin, que la vida no empezó demasiado bien para el monstruo de nuestra historia.


Pero, con todo, nació. Y nació dispuesto a todo. Quiero decir que, en cuanto nació, empezó a tragarse el mundo. (Tampoco eso tiene nada de raro: todos empezamos a tragarnos el mundo en cuanto nacemos.)


El pobre tenía demasiada hambre y muy poca comida. Y, peor aún: no hubo ninguna madre tragapanta que anduviese de aquí para allá acarreando pterosaurios en el pico. Los monstruos tragones nacen huérfanos, pobrecitos, y tienen que vérselas a solas con el mundo desde el primer momento.


Bueno, para hacerla corta: empezó por dos o tres dinosaurios que encontró al paso. Siguió por la montaña en cuya ladera estaban aún diseminados los trozos más rosados y más brillantes de la cáscara del huevo. Avanzó sobre un valle lleno de pterodáctilos. Se tomó tres océanos de un solo sorbo. Para la hora del almuerzo ya había tragado la cadena montañosa más elevada de la época, incluidos los animalejos que vivían en sus grietas. Merendó siete bosques recién nacidos y se bebió, uno a uno, los trescientos mil ríos, riachos y arroyitos que antes fluían hacia los mares y que ya para esa hora, a falta de mares, andaban de acá para allá, vagando como perdidos. Al caer la noche ya se había tragado todo el planeta, y todavía sentía el estómago vacío.


Emigró hacia el sol y se lo tragó de un trago. El resto de los planetas y todas sus lunas le sirvieron de postre. Se supone que esa noche durmió tranquilo: afuera estaba oscuro y la panza se sentía tibia, con el sol adentro.


Se sabe que emigró después hacia otros puntos de la galaxia, y luego hacia otras galaxias, llenas de puntos.


Eso sucedió hace mucho pero mucho tiempo. Los eructos y los suspiros del tragapanta van señalando el paso de los años.


Y no habría de qué asustarse. Acá adentro todo anda más o menos bien. Seguimos teniendo un sol que brilla (siempre y cuando no amanezca nublado). Hay estrellas, bosques, volcanes. Los ríos fluyen otra vez hacia los mares. No hay dinosaurios, es cierto, pero al menos hay monos, yacarés, leones. O tan siquiera gatos y perros, canarios, tortugas. No está tan mal vivir acá. O no estaría. Lo malo es lo que está por suceder. O, mejor dicho, lo que sucedió esta mañana.


Según el noticiero de las ocho —que, como todo el mundo sabe, sólo se apoya en fuentes fidedignas—, acaba de aparecer un huevo entre rosado y violáceo en la ladera sur del Aconcagua. Lisito, brillante, de cáscara casi transparente y de medida estándar.




                                                          FIN


© Graciela Montes



En Cuentos Argentinos. Antología para gente joven,

Alfaguara, Buenos Aires, 1998.


lunes, 16 de noviembre de 2020

CUENTO: " LA CANCIÓN DE LA LUNA" DE GUSTAVO ROLDÁN

  LA CANCIÓN DE LA LUNA


–Don sapo –dijo la pulga–, usted comenzó a decir que una vez saltó y se trepó a la luna, ¿por qué no sigue contando la historia?


–Ay, amiga pulga, pensé que nadie se había dado cuenta de lo que dije.


–¡Todos nos dimos cuenta y nos quedamos esperando! –contestaron el piojo, el mono, el yacaré, el ñandú, el elefante, el tapir y mil animales más.


–Entonces tengo que confesar algo. Ese día se me escapó una mentira.


–¿Una mentira, don sapo? ¿Usted dijo una mentira? –preguntó el pichón de pájaro carpintero.



–Ya saben que jamás digo mentiras, ¿pero a ustedes nunca se les escapan algunas palabras sin darse cuenta?


–Sí, don sapo, a mí se me escapan –dijo el piojo.


–A mí también, a mí también, a mí también –dijeron el bicho colorado, la pulga y el mono.


–Debe ser porque tengo la boca grande –dijo el yacaré–, a mí se me escapan por el costado.


–No diga eso, don yacaré, qué va a tener boca grande. Pero la cuestión es que en realidad yo nunca subí a la luna.


–¡Qué lindo hubiera sido! –se lamentó la pulga–. Debe ser la cosa más linda del mundo.


–Pero no fue. Seguramente lo dijo porque andaba pensando en la luna. En algunas cosas de la luna.


–¿En qué cosas, don sapo?


–En que se achica y se agranda, un día se hace redonda y otro día desaparece. Por eso tenía ganas de conocerla.

Pero en especial por los dibujos que se ven cuando está bien grande, como ahora. Nunca pude saber qué son esos dibujos.






–Yo creo que son como ese dibujo que hacen las hormigas –dijo el piojo–, pero también puede ser un piojo bailando un chamamé.


–Cualquiera se da cuenta de que es un mono trepando un árbol –opinó el mono.


–¿Mono? ¿A quién se le ocurre? –protestó el yacaré.


–¿No ven que es un oso hormiguero? –dijo el oso hormiguero.


–¿Oso hormiguero? ¡Qué barbaridad! ¡Eso no puede ser! –opinó el yacaré.


–El que tenga buenos ojos habrá visto que es un ñandú corriendo –dijo el ñandú.


–¡Ñandú corriendo! ¿A quién se le puede ocurrir esa barbaridad? –protestó el yacaré.


–¿Vieron las manchas? –preguntó el yaguareté–. Esas manchas solo pueden ser de una yaguareté.




Y que era un puma.


Que era una corzuela.


Que era un coatí.


Que era un tatú.


Que era un carpincho...


Todos siguieron opinando, y cada uno se veía en un espejo en las manchas de la luna.


–¡Estamos todos locos! –se quejó el yacaré–. ¡Miren si en la luna se va a ver un animal! ¡Estamos todos locos!


El único que no decía nada era el sapo, convencido de que al final comprenderían que era un sapo y nada más que un sapo.


–Bueno, bueno –dijo la pulga–, así no sabremos nunca qué es lo que se ve.


–Sí –dijo el piojo–, la única solución sería mirar desde cerca, pero la luna está muy lejos.


–Yo sé cómo hacer –aseguró la pulga–. Esa luna está muy lejos, pero la que está en el río está más a mano.


–Sí, pero está en el fondo del río.


–Es fácil. Le pedimos al yacaré que vaya y mire, y listo.


A todos les pareció una buena idea. El yacaré, entusiasmado por la importancia de su misión, se zambulló y nadó hasta el medio del río.


Pasó un rato y otro rato, y el yacaré no volvía.


Y cuando ya comenzaban a preocuparse por la demora, un coletazo los salpicó de agua a todos y el yacaré salió a la orilla.


–¿Era un mono trepando un árbol?


–¿Era un ñandú corriendo?


–¿Era un coatí?


–¿Era un carpincho?


–¿Era un tatú?


–¿Era un piojo bailando un chamamé?


El yacaré los miró una vez y otra vez, uno por uno.


–¿Quién era? ¿Quién era? ¿Quién era? –preguntaban todos, esperando ser nombrados.


–Ya va, ya va, las buenas noticias hay que darlas despacito.


–Sí, sí, ¿pero quién aparece en las manchas de la luna?


–Y... lo que se podía esperar... En esos dibujos tan hermosos lo que aparece es... ¡un yacaré!




FIN




En “El vuelo del sapo”

© 2005, Gustavo Roldán

© 2014, Ediciones Santillana S. A

Ilustraciones: © María Elina





domingo, 15 de noviembre de 2020

"CUENTO QUE SE VUELVE A CONTAR" DE JAVIER VILLAFAÑE

 Una vez, a un rey

le regalaron un buey
a un doctor
un tambor
a un panadero
un sombrero
a un elefante
un guante
a un gato
un zapato
y a un ratón
un león.
El rey se fue con el buey
el doctor con el tambor
el panadero con el sombrero
el elefante con el guante
el gato con el zapato y el ratón
no sabía qué hacer con el león.
Y se preguntaba:
–¿Qué hago yo con un león?

Una mañana sonó el timbre en la cueva del ratón.

¡Trin! ¡Trin! ¡Trin!

El ratón abrió la puerta. Se encontró con un hombre de largos bigotes, sombrero de fieltro, botas y un látigo en la mano.

–Señor, ¿qué desea? –preguntó el ratón sin salir de la cueva.

–Soy el domador Teuco Porras –se presentó el hombre quitándose el sombrero de fieltro y agregó: –El dueño del circo más grande del mundo. Un servidor de usted, señor ratón.

–Pase –dijo el ratón.

–No puedo pasar. No entro por el agujero de una cueva –respondió el domador.

–Aquí, en mi casa, ha entrado un león –dijo el ratón.

–Un león tiene costillas elásticas –respondió el domador–. Salga.

Tengo que hablar con usted. Es muy importante.

El ratón salió de la cueva. Miró al domador. Lo miró de pies a cabeza. El dueño del circo más grande del mundo tenía botas, un cinturón de cuero, un chaleco a cuadros, un sombrero de fieltro en la mano derecha, un látigo en la mano izquierda, filosos bigotes de domador y un mechón de pelo sobre la frente.

–Hable –dijo el ratón.

–Vengo a comprarle el león –dijo el domador.

–No le puedo vender el león –respondió el ratón–, porque me lo regalaron. Fue un regalo. El rey no vendió el buey, ni el doctor el tambor, ni el panadero el sombrero, ni el elefante el guante, ni el gato el zapato. Por lo tanto, no le puedo vender el león.

–Entonces –dijo el domador–, ¿por qué usted no trabaja en mi circo con el león?

–¿Yo?

–Sí, usted.

–Y yo –preguntó humildemente el ratón–, ¿qué puedo hacer en su circo con mi león?


El domador se puso el látigo en la sien y pensó:

–Usted –respondió– puede ser el domador del león.

–¿Yo?

–Sí. Usted haría en mi circo el maravilloso espectáculo. “El ratón domador de un león”. Y va a ganar mucho dinero. Miles, centenares de miles. Millones. Va a ser el ratón más rico del mundo. Va a tener una carroza tirada por gatos de Angora. Va a tener quesos enormes con agujeros más grandes que su cueva. Una caña para pescar ballenas. Un cañón atómico para destruir ratoneras. Una radio portátil y tres televisores: uno para la mañana, otro para la tarde y otro para la noche. Va a tener luz eléctrica en los subterráneos de su mansión, ascensores, personal de servicio, aire acondicionado, música ambiental, teléfonos. Todo.


El domador se puso el sombrero de fieltro.

–¿Qué le parece?

–Me parece bien –respondió el ratón–. Acepto.

–Perfecto –dijo el domador y añadió: –Para ese espectáculo tan importante, usted tendrá que llevar una capa con lentejuelas y un bonete.

–¿Yo?

–Sí, usted. Pero no se preocupe. En mi circo hay sastres y sombrereros para osos, focas, monos, pulgas y camellos. Eso corre por mi cuenta.

Ahora quiero ver al león. ¿Puedo verlo?

–Sí, señor, ahora mismo.

El ratón abrió la puerta de la cueva. Silbó y salió el león. Un hermoso león. El domador, al verlo, dio un paso atrás. Hizo sonar el látigo en el aire. El león mostró los dientes.

–¡Cuidado! –dijo el ratón al domador–. Use el látigo como si fuera un bastón.


El domador bajó el látigo y lo apoyó en el suelo.

–Salúdelo –dijo el ratón al domador–. Dígale: “Buenas tardes, amigo mío”. Sonríale.

El domador sonrió. Se quitó el sombrero y le dijo al león:

–Buenas tardes, amigo mío.

El león respondió el saludo inclinando la cabeza.

–Es joven y bellísimo –dijo el domador al ratón–. Haremos un gran espectáculo. Será un éxito. Mañana, por la mañana, los espero en el circo.

Volvió a quitarse el sombrero y se despidió.

–Hasta mañana.

–Hasta mañana –respondió el ratón.

El domador se puso el sombrero y salió apoyándose en el látigo como si fuera un bastón.


Al día siguiente el ratón y el león fueron al circo. En el despacho del domador firmaron un contrato. Llegaron el sastre y el sombrerero. Traían un centímetro colgado del cuello, un lápiz y un cuaderno. El sastre y el sombrerero se arrodillaron. Tomaron las medidas de la cabeza, del pecho y de la cintura del ratón y las anotaron en el cuaderno.

Después el domador les mostró la pista del circo. Y señalando una jaula sobre cuatro ruedas le dijo al ratón:

–Esta es la jaula para el león. Hágalo pasar.



El león abrió la puerta de la jaula. Entró. Cerró la puerta y se sentó. El ratón dio un salto, pasó por entre los barrotes de la jaula y se sentó al lado del león.

–Yo me quedaré con él –dijo.

–Muy bien –respondió el domador–. Más tarde vendrán a probarle la capa y el bonete. Y a las doce en punto les servirán el almuerzo.
Usted, ¿qué desea comer?

–Queso. Con preferencia corteza de parmesano.

–¿Y el león?

–Gatos. Cuantos más gatos mejor.

–Perfecto –dijo el domador, y agregó: –Ensayen. El próximo domingo será el estreno.


Y llegó el domingo. Desde muy temprano un camión con un altoparlante salió a recorrer la ciudad. Se detenía en las esquinas para anunciar el espectáculo:

Hoy, en el circo más grande del mundo,
dos funciones: tarde y noche. Lo nunca visto:
un ratón domador de un león.

Se agotaron las localidades. No cabía ni un alfiler en los palcos, en las plateas, en las galerías.

Comenzó la función con la música de la banda. Después los payasos, el concierto del elefante pianista, osos y monos en bicicleta, equilibristas, trapecistas, focas bailarinas y como último número, el ratón y el león. El ratón llevaba un bonete y una capa con lentejuelas. Lucharon y cada vez que caía el león, el ratón lo abanicaba con la cola.

El espectáculo fue maravilloso. Aplausos en los palcos, en las plateas, en las galerías. El ratón saludó quitándose el bonete. Brillaban las lentejuelas de la capa. El león se arrodilló y la melena le cubrió los ojos.

Al día siguiente el domador le dijo al ratón:

–Lo felicito. Su número fue extraordinario. Un éxito total. Aquí tiene.

Y le dio varios billetes de cien, de mil y de cinco mil.

–Señor –dijo el ratón–, no quiero el dinero así. Déme monedas. Todos con monedas redondas y sonoras.

–¿Y para qué quiere tantas monedas?

–Para dejarlas debajo de la almohada donde los niños ponen sus dientes de leche.

El domador se quedó pensando y dijo:

–Cuando se cayó mi primer diente de leche, recuerdo que esa noche lo puse debajo de la almohada. Y al día siguiente, al despertar, encontré unas monedas. ¿Usted me dejó esas monedas?

–No señor; quizá fue mi abuelo.

Y aquí termina el cuento que empezaba así:

Una vez, a un rey
le regalaron un buey
a un doctor
un tambor
a un panadero
un sombrero
a un elefante
un guante
a un gato
un zapato
y a un ratón
un león.
Y se vuelve a contar:
Una vez…


FIN


Cuentos y teatro / Javier Villafañe; ilustrado por Enrique Alcatena.
- 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Eudeba; Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura, 2014. © Eudeba 2014. Libro de edición argentina. Diseño gráfico: Malena Cascioli

viernes, 13 de noviembre de 2020

POESÍA: ¿QUÉ ES LA TRADICIÓN?

 ¿QUÉ ES LA TRADICIÓN?



TRADICIÓN ES COMPARTIR

UNOS MATES CON AMIGOS

Y JUGAR A LA PELOTA,

A LA TARDE , LOS DOMINGOS.


TRADICIÓN SON LOS FIDEOS

QUE ME COCINA LA ABUELA,

DESAYUNAR TÉ  CON LECHES

ANTES DE IR A LA ESCUELA.


TRADICIÓN ES EL ASADO

COMO LO HACE MI TÍO ,

CUANDO UN DÍA DE VERANO

ME LLEVA A PESCAR AL RÍO.


TRADICIÓN ES FESTEJAR 

EL CUMPLEAÑOS EN MI CASA,

IR CON MI BICI A PASEAR 

LOS DOMINGOS POR LA PLAZA.


TRADICIÓN ES CADA RITO

QUE AYUDA A FORMAR TU HISTORIA;

TUS LUGARES, TUS MOMENTOS,

TUS CREENCIAS, TU MEMORIA.


                                          PATRICIA FITTI

jueves, 12 de noviembre de 2020

CUENTOS FOLCLÓRICOS ARGENTINOS

NUESTRA MINI BIBLIOTECA CON CUENTOS FOLCLÓRICOS ARGENTINOS .

( Recuerda que para leerlos debes entrar al PDF y tocar la portada del libro).

Los cuentos folclóricos viajan de boca en boca: no sabemos quién los contó por primera vez y tampoco conocemos el momento en que surgieron. Por eso sentimos que son de todos, al igual que diversas costumbres que forman parte de las tradiciones de nuestro pueblo: danzas, comidas características de cada región, vestimentas típicas, chistes, dichos y refranes.  Pero también encontramos historias de reyes y princesas. Esa es la magia del cuento folclórico: al ir pasando de boca en boca, va arrastrando reminiscencias de tierras lejanas, viejas tradiciones europeas que llegaron con la lengua española y se afincaron en este suelo.



martes, 10 de noviembre de 2020

10 DE NOVIEMBRE DÍA DE LA TRADICIÓN

Día de la tradición Argentina

Un poco de historia.

El 10 de noviembre se conmemora en la Argentina el Día de la Tradición en homenaje a José Hernández y su natalicio. En 1872, se publicó su obra cumbre, “El Gaucho Martín Fierro”, poema de género gauchesco que fue traducido a numerosos idiomas. El libro es considerado la obra cúlmine de la denominada “literatura gauchesca”. Así, en cada acto del 10 de noviembre recordamos que cada comunidad construye y recrea su tradición en función de diferentes experiencias históricas colectivas.

Contenidos

¿Por qué celebramos el 10 de noviembre?

En el acto del 10 de noviembre se conmemora cada año el Día de la tradición argentina, en homenaje a José Hernández, autor del Martín Fierro, el cual es considerado como el “poema nacional”. 

El Martín Fierro es un poema extenso dividido en cantos. La estrofa usada es exclusivamente de Hernández. Se trata de una sextina (estrofa de seis versos de arte menor) que no es la tradicional. Los versos son octosílabos, métrica que refuerza su carácter popular. El Martín Fierro fue redactado en dos partes: La Ida o El gaucho Martín Fierro (1872) y La Vuelta de Martín Fierro (1879).

*La primera parte del Martín Fierro

En la Primera Parte que consta de 13 cantos, el sujeto es presentado de manera colectiva: en las desgracias que él narra se sintetizan las de todos los gauchos. Fierro repasa la vida feliz de los habitantes de la campaña, sus labores y la vida familiar; el reclutamiento obligatorio hacia la frontera, sus desventuras en el fortín y los ataques de los malones. Su huida, luego de tres años, convirtiéndose en desertor. El regreso a un hogar destruido y abandonado. En su fuga de la justicia, mata a un moreno y a un gaucho. El encuentro con Cruz, otro gaucho que sufrió las arbitrariedades del poder y finalmente, la decisión de escapar juntos hacia el desierto a refugiarse entre los indios.día de la tradición argentinaA lo largo de su vida, José Hernández sufrió exilios forzosos debido a su ideología reaccionaria. En 1875 regresa a Buenos Aires amparado en la política conciliadora del presidente Nicolás Avellaneda. Sus ideas políticas parecen haber variado desde su rebelión de diez años antes. En ese momento estaba abiertamente a favor de la inmigración europea, la extensión de la red ferroviaria y la consolidación y unificación del Estado.

la vuelta de martín fierro

*En la Segunda parte:

La Vuelta de Martín Fierro, no está ausente la denuncia. Sin embargo, en ella se observa un propósito didáctico destinado a “educar” al gaucho para su integración a la vida social. 

Este cambio se debe, sin duda, a la inserción política de Hernández en el proyecto nacional que se pondría en marcha durante la década de 1880.día de la tradición Argentina

¿Qué es la tradición?

La palabra tradición deriva del latín, del término tradere y significa lo que viene transmitido del pasado en calidad de legado o donación. Por extensión, comprende el conjunto de conocimientos que cada generación entrega a la siguiente. Sin embargo, este significado originario ha evolucionado, ya que la transmisión de la cultura entre las generaciones, se construye a partir de la contemporaneidad. Es decir que la tradición cobra pleno sentido cuando los contemporáneos la reviven y de este modo se la apropian. 

La tradición renueva el pasado desde el presente y contiene en sí misma las raíces de la estabilidad y del cambio. La tradición no consiste en la reproducción exacta de un supuesto patrón original, se trata más bien de una construcción social y vehículo de memoria, ya que se adapta y recrea. Por su calidad de permeable y fluida, vincula a la gente con la memoria colectiva. Las personas vienen y se van, pero la cultura pervive en versiones y variantes. La tradición no se hereda genéticamente, se transmite socialmente y deriva de un proceso de decantación cultural y de hibridación, fruto del pasado transformado y de su incorporación en el presente. Cada comunidad construye y recrea su tradición en función de diferentes experiencias históricas colectivas. Y en cada acto del 10 de noviembre se las rememora a la comunidad educativa en su conjunto. Según el filósofo Oscar Terán, especialista en historia de las ideas en la Argentina, “la tradición es la transmisión de relatos del pasado y sobre el pasado que pasan de generación en generación, a través de medios y soportes diversos según el grado de complejidad de las sociedades. Esos relatos y representaciones se construyen dentro de disputas simbólicas, y su sentido depende del uso al que se destine la fabricación de una tradición. En ese aspecto, podría decirse que no existe sociedad sin tradición.

¿Cuándo se creó el día de la tradición Argentina?

Por la Ley 4756 de 1939 se estableció el 10 de noviembre como Día de la Tradición en la Provincia de Buenos Aires, como un homenaje a todo el espectro de lo que significan y representan las tradiciones gauchas del país. Luego por Decretos de 1945 y 1971 se extendió el Día de la Tradición a todo el país, algo que finalmente por la Ley 21.154/75 el Congreso Nacional fijó para todo el Territorio Nacional. En 1984 la Ley Provincial 10.220 declaró a San Antonio de Areco como sede provincial permanente de la Tradición; y la Ley 21.154 declaró a San Martín como Ciudad de la Tradición, por ser cuna del nacimiento de José Hernández. Los impulsores de la ley de 1939, miembros de la Agrupación Bases de La Plata, pretendían reverenciar todo lo inherente a las tradiciones gauchas del país, esos usos y costumbres propios del tipo social llamado “gaucho”, que se venía dando en el territorio nacional desde hacía casi dos siglos. Cada año, en el acto del 10 de noviembre celebramos la argentinidad, nuestra matriz nuestra matriz cultural amalgamada durante dos siglos de historia y que sigue construyéndose de manera imparable.






domingo, 1 de noviembre de 2020

JUEGOS TRADICIONALES ARGENTINOS Y ACTIVIDADES.

 JUEGOS TRADICIONALES :


El Truco



Se trata de un juego de naipes en el que pueden participar 2 ó más jugadores (por lo general, se busca que el número de jugadores sea par) en el que priman la suerte y la habilidad. Su nombre deriva justamente de su metodología, ya que se puede mentir o engañar al adversario, como en el póker, para hacerlo desistir de una apuesta.

Se juega con barajas españolas de 48 cartas, de cuyo mazo completo se retiran todas las barajas correspondientes a los números 8 y 9, quedando así reducido a un total de 40 cartas. Tiene una escala propia de valores

La Carrera de Sillas

Es otro de los juegos típicos de nuestro campo y se realiza generalmente en el marco de una jineteada. Consiste en la reunión de varios jinetes que forman una rueda alrededor de varias sillas, siempre una menos que la cantidad de participantes. Al comenzar la música comienza también la vuelta alrededor de los asientos; al interrumpirse aquélla, los jinetes deben desmontar rápidamente y sentarse, quedando fuera del juego el que no consiguió su silla. Así, descalificando al paisano que queda de pie y quitando un asiento por vuelta, el juego continúa hasta que quede un único ganador. Este entretenimiento tiene su versión urbana, obviamente sin caballos.

La taba:



consiste en arrojar desde una determinada distancia un hueso de la rodilla de la vaca, si el hueso cae del lado más liso es “suerte”, gana el tirador; si cae de la forma inversa, lado con agujero, es “culo” y gana el oponente.

La herradura:

 se clava un palo o hierro de diez a veinte centímetros de alto en un lugar llano de cinco a diez metros de largo. El juego consiste en arrojar una herradura desde el extremo alejado al eje fijado y tratar de que la misma rodee y quede apoyada al hierro, ganando así la tirada.

Carreras cuadreras:

 una simple y llana carrera de caballos de unos cien metros. Se realiza generalmente en cualquier calle de pueblo.

Chancho enjabonado:

como su nombre lo indica, se trata de enjabonar un chancho mediano, soltarlo en algún lugar cercado bastante amplio, y dejar que los participantes traten de atraparlo. Gana quien consigue sostenerlo con firmeza.

Palo enjabonado:

 juego que se realiza luego de los actos de fiestas, patrias. Consiste en plantar en el medio del predio un palo de árbol liso, totalmente recubierto con jabón. Los participantes deben, tratar de treparlo y conseguir del extremo más alto del palo, un pañuelo puesto con anterioridad.



Riña de gallos:



consiste en hacer pelear a dos gallos dentro del “reñidero”. Se le ponen púas en las patas para que lastimen o maten a su oponente. Las riñas duraban entre cuarenta y cincuenta minutos, si en ese tiempo no había un ganador se declaraba empate. En la actualidad se encuentran prohibidas.



El sapo:



tradicional juego de campo que consiste en lanzar unas fi-chas de hierro para embocarlas en la boca de un sapo metálico (máximo puntaje) o en unos hoyos que lo rodean.

La muchila:

también se trata de una carrera de caballos. Aparente mente esta designación proviene de “mucho”, porque participaban todos los jinetes que puedan presentarse. Se ponen en una misma línea de partida y el que llegaba primero a la meta recibe un premio. También en otras zonas se lo conoce como “la polla”.

La sortija:

compiten dos grupos de jinetes que yendo al galope, por un estrecho corredor de cien metros de largo que forma el público, deben acertar con un puntero que llevan en la mano a una argolla que cuelga a 2,5 m de altura de una cuerda floja. Se requiere de gran habilidad para acertar, ya que la argolla colgada se mueve y el galope del caballo es bastante irregular.



JUEGOS INFANTILES TRADICIONALES:

El balero, las Bolitas, el barriletes, la rayuela, el gallito ciego, el teléfono descompuesto,




Rondas infantiles tradicionales:

Las Rondas Infantiles son juegos colectivos de los niños que se transmiten por tradición. Se cantan con rimas y haciendo rondas con movimiento. En su mayoría han sido originarias de España y se han extendido por Latinoamérica.

Quién de los adultos no atesora en su memoria alguna remembranza de sus juegos infantiles, y haber participado en alguna ronda como "Sobre el Puente de Avignón", "Buenos Días Su Señoría, Mantantiru-Liru-lá", "Mambrú se fue a la guerra", "Aserrín, Aserrán" o alguna otra similar.


La farolera, la paloma blanca, el lobo está, el huevo podrido incluyen a su vez un juego de movimientos. Otros juego tradicional es :

El gato y el ratón

Un juego de astucia y rapidez. Aprendido de generación en generación, para mayor diversión debe jugarse entre varios. La dinámica del juego se parece a las persecuciones del gato al ratón.

Corre que te atrapa el gato

Entre sorteo o por elección en grupo dos de los jugadores toman el papel del gato y del ratón. Los demás hacen una ronda, con los brazos muy extendidos, que simboliza la guarida del ratón. Este sale cuando crea conveniente para molestar al gato que estará al acecho.

Los niños de la ronda ensancharán o estrecharán los brazos para que entre el ratón y no el gato. Mientras la persecución sucede, estos cantan: Corre ratón que te pilla el gato / corre / sino te pilla esta noche, mañana te pillará.

El juego termina cuando el gato logra atrapar al ratón o si éste se cansa. Luego, cambian los papeles o se eligen dos nuevos participantes

Canciones de cuna

Las canciones de cuna son parte de la transmisión cultural oral de las tradiciones que aparecen en América, y que tienen sus orígenes en el cancionero español popular.

Son melodías que se cantan en voz baja o susurrando, suaves y dulces, que sirven para ayudar a calmar y hacer dormir a los niños.

Muchas de ellas se refieren al Niño Jesús y tienen un origen católico.

Encuentran las letras en http://www.educar.org/infantiles/conpalabras/cancionesdecuna/index.asp


ACTIVIDADES TRADICIONALES :

La Payada consiste fundamentalmente en un juego de destreza verbal e intelectual. Se trata de una disputa argumentativa, acompañada con guitarra en que los contrincantes establecen un tema y se van alternando con el canto de manera improvisada. Gana aquel que resiste con mayor gracia y maestría. En la campaña era frecuente que durara varias horas y hay testimonios que dan cuenta de algunos contrapuntos que llegaron a extenderse por una jornada.



La jineteada argentina o doma gaucha es un deportes ecuestre característico y tradicional de la Argentina, que integra la cultura folklórica de ese país, en particular la cultura gauchesca. El deporte consiste en que el jinete debe sostenerse por entre 6 y 15 segundos sobre un potro (bagual). Se realiza en varias categorías: crin limpia o potro pelado, grupa sureña o cuero, bastos, con encimera, sin boleadoras, silla, etc., o combinaciones.

Existen dos estilos básicos de jineteada gaucha: la surera y la de los valles norteños. La primera suele realizarse montando sólo sobre un cuero y con el potro conducido por un freno en la boca, en tanto la segunda se utiliza el apero completo y el potro es conducido por una guatana o semiguatana, una pieza de cuero circular colocada en la boca del caballo.

La vestimenta del jinete se encuentra reglamentada para mantener las tradiciones gauchas.

La guitarreada

En la mayoría de las provincias del norte del país, los jóvenes tienen una tendencia a aprender algún instrumento musical con base de folklore. Algunos de ellos continúan por la senda del arte nativo y otros se vuelcan a la forma musical de su preferencia. En provincias como Jujuy, Salta o Santiago del Estero, se enseña a bailar folklore a los jóvenes desde temprana edad, y ellos lucen sus habilidades en cualquier "descampado"; así, los que tocan algún instrumento como la guitarra, violín, siku, samponia, bombo, etc., aunque más no sea "de oído", sirven de fondo musical a los danzarines.

TRANSPORTE TRADICIONAL : SULKY




El sulky se trata de un pequeño carruaje liviano, tirado por un caballo y donde pueden viajar hasta tres personas, muy utilizado en zonas rurales, pueblos del norte argentino, estancias. El uso del sulky se remonta a los primeros tiempos cuando el hombre de campo debía trasladarse de un lugar a otro con su familia.

Se destaca por su sencilla construcción y escaso peso. Consta de dos grandes ruedas montadas sobre dos pequeños muñones de hierro que salen por debajo de los costados del asiento y dos varas de tiro donde se engancha al caballo


ARTESANÍAS TRADICIONALES :

Se destacan : PLATERÍA, CERÁMICA, TEJIDOS, TALLADO EN MADERA O PIEDRA, CESTERÍA y CUERO

El amplio territorio de la Argentina, permite que cada región tenga características propias en cuanto a las artesanías. Existen artesanos de los pueblos originarios que mantienen vivas ancestrales técnicas. También están los artesanos tradicionales que, utilizando materiales como el cuero y los metales como la plata y el oro, realizan excelentes artesanías